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¡Un viaje inolvidable!

Para mi mayor sorpresa y agrado, recibí durante la segunda semana de junio la propuesta de ir a visitarlos a Nabusímake, ubicado a 2.800 metros sobre el nivel del mar, en pleno corazón de la Sierra… ¡Cumplí un deseo de toda una vida!

Los arhuacos protegen mucho su territorio ancestral, por ese motivo no han hecho mayor esfuerzo para que la carretera de acceso de Pueblo Bello a Nabusímake mejore. He estado en muchas partes del mundo, pero debo confesar que de todos los sitios, aparte del sendero para llegar a Lo-Manthang, capital del Reino de Mustang, y sus precipicios, no hay nada comparable.

Hay que flanquear tres portones con candado para llegar a ese lugar sagrado. Yo llegué sobre las 11:00 de la mañana de un lluvioso sábado. Estaban esperándome los dirigentes comunitarios y su cabildo gobernador José María Arroyo y el secretario general de esa comunidad, Hermes Torres. A la reunión también asistieron Jhon Jairo Restrepo, director del PNN Tayrona y Tito Rodríguez, director del PNN Sierra Nevada.

Todos escuchamos. Nos hicieron preguntas que traté de contestar en la forma más sincera posible. Hablé de turismo sostenible y también les dije que para nosotros esas comunidades y esa cultura ancestral debe ser Patrimonio de la Humanidad.

Contesté preguntas de toda índole. Después de mucho deliberar se pronunció el Secretario General de la Confederación Indígena Tayrona, quien palabras más palabras menos, dijo que mientras esté vigente la prórroga de la Concesión Tayrona, ellos estaban de acuerdo con nuestra presencia.

Los resultados de la reunión son innegables. Eso sin contar con la posibilidad que tuve de conocer una civilización que permanece intacta a través de los siglos, en donde el único contacto con el mundo moderno son algunos celulares, una moto y unos pocos vehículos 4×4.

Y para terminar una visita absolutamente especial, antes de bajar a Pueblo Bello, por una carretera en la que predominaba el fango y la oscuridad, nos esperaba un delicioso sancocho de gallina criolla y agua de panela que tomamos bajo un fuerte aguacero, en la casa de Raúl, un indígena arhuaco y quien además es ingeniero ambiental. Siempre lo he dicho: debemos respetar las decisiones de las comunidades indígenas. Lo último que queremos es ser vistos como intrusos indeseados por parte de esa civilización.

¡Qué bella es la Sierra Nevada! ¡Qué bella es Colombia tierra de paz!

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