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El pasado 21 de abril se realizó la novena jornada de voluntariado “Creciendo Juntos” de Amarilo, en la que los empleados tuvieron la oportunidad de sembrar árboles y construir una huerta agroecológica junto a niños del Instituto Cristiano San Pablo en Madrid.

Desde hace tres años, Amarilo desarrolla su programa de voluntariado corporativo en línea a sus temas materiales. Dos de estas temáticas relevantes e importantes son el cuidado al medio ambiente y el mejoramiento de espacios educativos y comunitarios. De esta manera, Amarilo y sus voluntarios se movilizan como una organización con sentido social y ambiental.

Empleados de Amarilo y sus familias, junto a los niños del Instituto Cristiano San Pablo en Madrid se remangaron las mangas para sembrar un mejor futuro

Bajo este orden de ideas, se realizó la primera jornada del año con un enfoque medioambiental, el sábado 21 de abril. En la mañana se encontraron los voluntarios de Amarilo con los niños del Instituto Cristiano San Pablo en Madrid, con las mangas remangadas, listos para sembrar juntos un mejor futuro. “Seleccionamos esta organización por dos razones: la primera por la proximidad a los proyectos que tenemos en Madrid (Proyecto Hacienda Casablanca), generando un impacto positivo cercano a nuestra comunidad y zona de influencia. La segunda por la afinidad de los niños mayores al trabajo en el campo y su necesidad de contar con una huerta para su auto-sostenimiento”,explica Nicolás Vanegas, director de sostenibilidad de Amarilo.

“Es clave para Amarilo que los proyectos que desarrollemos a favor de las comunidades sean sostenibles y de gran aprovechamiento, de esta manera instalamos capacidades en ellas con el propósito de empoderarlas”, añade Karen Sánchez, coordinadora de sostenibilidad de Amarilo.

La actividad se desarrolló con la participación de 71 voluntarios y sus familias, y 64 niños beneficiarios organizados en cuatro grupos: el primero se encargó de la siembra de árboles. El segundo labró la tierra y plantó las hortalizas en la huerta. El tercero se enfocó en crear los letreros para identificar las diferentes plantas que se sembrarían, mientras que el último pintó unos neumáticos, elaborando materas sostenibles para las aromáticas.

La jornada finalizó con éxito. Los voluntarios y sus familias enfocaron sus esfuerzos en las actividades que requerían de sus habilidades y que eran de su preferencia. Los niños y niñas se despidieron con un agradecimiento y el compromiso de trabajar y cuidar los árboles y el huerto. Asimismo, Yanapaqui (aliado de Amarilo) y el Instituto Cristiano San Pablo realizarán el seguimiento y mantenimiento de las plantas sembradas, asegurando su sostenibilidad.

“A veces, para estas instituciones conseguir recursos es muy difícil. Por eso esperamos que con la huerta se pueda impactar el día a día de todos los beneficiados, facilitándoles parte del consumo diario de alimentos de los niños”, concluye el director de sostenibilidad.

 

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