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Opinión

Motivación, reto para la dirección

Motivar e inspirar es el elemento que hace diferencia cuando de desarrollo empresarial y talento humano se trata.  Ello requiere del arduo trabajo y compromiso de líderes y directivos en comprender la dimensión humana del otro, en conocer su condición a nivel grupal e individual, en generar el adecuado balance entre los incentivos tangibles e intangibles y en construir objetivos y metas aspiracionales que incrementen la relación de confianza y respeto del equipo de trabajo.

La pregunta que de manera permanente el líder debe plantearse es ¿Cómo mantener a las personas lo suficientemente entusiasmadas y comprometidas hacia el logro de los objetivos? No hay una formula específica y mucho menos única, pero sí hay algunos preceptos que, desde la planeación y experiencia de muchos, se deben considerar.

El primero, hechos sobre los que se construyen metas aspiracionales pero alcanzables. La confrontación honesta es difícil, por ello es fundamental la autoevaluación acompañada del análisis de hechos irrefutables sobre los que no haya duda, que permitan al grupo partir de una realidad para trazar metas factibles y retadoras

Para cruzar la brecha entre la situación actual y el objetivo, se deben establecer medidas alcanzables, que marquen el inicio, el avance y el final. El proceso de hacer engendra progreso, y en el camino hay que acompañar y recordar a la gente lo lejos que han llegado y lo cerca que están de alcanzar la meta.

El desafío está enfocado en pensar en objetivos que requieran esfuerzo, pensar en proyectos que estimulen el servicio a la humanidad y la naturaleza, pensar en retos que nos hagan sentir orgullosos de nuestro trabajo y aporten al desarrollo desde la perspectiva de la empresa, de los individuos y la sociedad. Lo anterior genera un cambio de perspectiva y de sentir.  Una referencia es la de aquel que elabora ladrillos, que al preguntarle sobre ¿qué estaba haciendo? responde “ayudo a construir una catedral”.

En el segundo precepto, el líder se ciñe a sus valores, está atento a las prioridades y se conecta con los demás, pero ¿cómo generar el balance con diferentes tipos de personas y niveles de formación y cargos? En todos los grupos hay diferencias por las cuales, aceptarnos, confiar y conectarnos requiere esfuerzo. Especialmente lo digo porque hoy, a las dificultades propias de lo humano, se integran las grandes brechas generacionales que nos plantean los jóvenes con una estructura de valores y prioridades diferentes, las cuales se unen al nuevo esquema de comportamiento que exige la situación del Covid 19, a la que denominamos “nueva normalidad”.

Las prioridades han cambiado, por lo que es prioritario definir los valores que soportan la empresa y las personas, y a partir de estos, plantear criterios de trabajo, metas y estándares de calidad y comportamiento, siendo conscientes de que lo fundamental no se negocia. Vale la pena anotar que no es importante para el desempeño del equipo, necesariamente, la forma de vestir y conectarse, y ciertos comportamientos que, aunque no los compartamos, podemos aceptarlos para que se genere un mejor ambiente de convivencia y de trabajo.

Y traigo a colación la experiencia que tuve cuando por primera vez una persona de mi grupo pidió permiso para no asistir a una reunión, donde definiríamos un contrato, pues tenía cita para visitar a su mascota en la veterinaria. Hace 20 años esto simplemente no ocurría, pero hoy es una realidad.

Como tercer precepto, es fundamental la conexión en los equipos de trabajo desde el respeto y la confianza en el líder. Como ejemplo, los equipos élite de las fuerzas militares, que son reiterativos en que el comandante debe comunicar y dar ejemplo para ganar tal nivel de seguridad, que el equipo obedezca sus órdenes y se juegue la vida con él.

Termino diciendo que, habiendo definido, socializado e incluso concertado elementos como los protocolos de comportamiento, los objetivos y las metas, entonces, como líderes, nos toca pasar a observar, perseverar, insistir, insistir y volver a insistir, con una enorme carga de apoyo y orientación para que el grupo confíe y actúe, sin olvidar el permanente seguimiento a los indicadores y metas. Todo ello en el marco del respeto y el interés mutuo por el otro.  Finalmente las organizaciones son lo que sus líderes y su gente son.

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