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Opinión

Dirigir a gente que sabe más que tú

Para los buenos jefes supone poder dedicarse al trabajo que su cargo y el equipo necesitan, que es dirigir bien al grupo, esto es, tomar las decisiones, controlar y gestionar el ánimo, para que el equipo logre excelentes resultados. Un buen jefe tiene que ser exactamente eso, el jefe adecuado para que la suma de los esfuerzos del equipo triunfe, y no el que más sabe ni el que más hace el trabajo que debe hacer su gente.

Cuando se tiene un conjunto de individuos cada uno fenómeno en su área, si el jefe se pone a hacer el trabajo de su gente lo único que puede conseguir es hacerlo peor que ellos. Vamos, estorbar y de paso hacer el ridículo. Se suele decir que la información es poder, entonces, si tu equipo es bueno ¿te imaginas la potencia que pueden lograr si compartes con ellos toda tu información y conocimientos?

¿Por qué sobreviven esos jefes mediocres que desperdician tanto potencial interno?

Un buen líder trabaja al servicio del equipo, y no para que le sirvan, trabaja para aportar valor al grupo ayudando a que se alcancen los mejores resultados, y no para lucirse personalmente, y menos para limitarse a vigilar el trabajo del grupo. Tener gente de primera estimula al buen jefe, le anima a sacar lo mejor de su liderazgo, a estar cada día a la altura del equipazo que tiene y a asumir retos estimulantes sin temor.

Para los directivos mediocres la cosa cambia. Sus debilidades se evidencian más fácilmente cuando tienen en sus equipos a gente mejor que ellos en sus facetas técnicas. En vez de ver la enorme oportunidad y la suerte que les ha tocado vivir, tomarán la situación como una permanente amenaza personal y reaccionarán con comportamientos absurdos, como tratar de taponar el talento, dividir al equipo, buscar seguidores que adulen sus maltrechos egos e incluso deshacerse de los mejores elementos “para que no le hagan sombra”.

Sus debilidades se evidencian más fácilmente cuando tienen en sus equipos a gente mejor que ellos

Es por eso que se reservan información y tratan de crear “jefes dependientes” provocando que su equipo precise de su autorización o consulta a cada paso trivial. Igualmente son jefes que no tendrán el más mínimo interés en que su equipo crezca y mejore, así seguirán felices creyéndose “los tuertos en el país de los ciegos”. Lo que no suelen comprender es que los demás sí ven perfectamente su mediocridad. ¿Por qué sobreviven esos jefes mediocres que desperdician tanto potencial interno?

Porque viven a las órdenes de otro directivo mediocre que le encanta tener a mediocres por debajo. Vamos, que “el mediocre llama al mediocre”. Y así viven en el autoengaño permanente, porque se cumple una ley no escrita de la física que dice: “Todo jefe mediocre acaba encontrando a otro mediocre, aún más mediocre que él, que le admira”.

 

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